Primavera

La primavera ha venido: apuntes sobre paleoclima

La Primavera ha venido
nadie sabe cómo ha sido.
Ha despertado la rama
y el almendro ha florecido
y en el campo se escuchaba
el gri gri del grillo.
La primavera ha venido
nadie sabe cómo ha sido.

Este poema de Antonio Machado es precioso y trasmite de manera sencilla lo que significa para los seres humanos la primavera: la vida animal y vegetal se despierta después del letargo invernal. El problema es que a nosotros nos mueve la curiosidad científica y, por muy bonito que sea el poema, no podemos dejar la cuestión de la venida de la primavera sin resolver… ¿De verdad nadie sabe cómo ha venido? Vamos a darle un repasito al tema de las estaciones y a intentar entender un poco el concepto de paleoclimatología.

Estaciones

¿Qué son exactamente las estaciones?

Todos recordamos haber aprendido en el colegio que las diferencias que se suceden en el clima de la Tierra durante el año se deben al movimiento de traslación de esta. Es decir, al movimiento de nuestro planeta alrededor del Sol. En realidad, las estaciones como tal son un convenio. Si rebuscamos otra vez en el pozo de los recuerdos escolares, nos sonará eso de que se establecen cuatro puntos significativos del recorrido de traslación y el periodo comprendido entre cada uno de ellos es una estación. A estos cuatro momentos los llamamos equinoccios y solsticios.

Los equinoccios son los momentos del año en los que el Sol está situado en el plano del ecuador celeste. Ese día y para un observador en el ecuador terrestre, el Sol alcanza el punto más alto en el cielo. Esto ocurre dos veces por año: entre el 19 y el 21 de marzo y entre el 21 y el 24 de septiembre. Como su nombre indica (del latín aequinoctium y esta de aequus nocte, que literalmente significa «noche igual»), en las fechas en que se producen los equinoccios, el día tiene una duración aproximadamente igual a la de la noche en todo el planeta. Los equinoccios se usan para fijar el inicio de la primavera y del otoño en cada hemisferio terrestre.

En contraposición a los equinoccios, los solsticios son los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor desviación hacia el norte o el sur respecto al ecuador celeste y la duración del día o de la noche son las máximas del año. Y también ocurre dos veces al año: en junio y en diciembre. La palabra solsticio proviene del latín solstitium, formado por sol y statum (estático),​ y se refiere al hecho de que el Sol parece no cambiar de trayectoria durante varios días alrededor de la fechas correspondientes a los solsticios.

Así pues, hemos convenido llamar primavera al periodo que va entre el equinoccio de marzo y el solsticio de junio en el hemisferio norte, y al periodo que hay entre el equinoccio de septiembre y el solsticio de diciembre en el hemisferio sur. Lo mismo pasa con el verano, el otoño y el invierno.

Estaciones

(Foto: https://ingenieriatopografica.fandom.com/es/wiki/Equinoccios_y_solsticios)


¿Siempre ha habido estaciones?

Si en la escuela nos dijeron que las estaciones están relacionadas con el movimiento de traslación de la Tierra, lo más inmediato es pensar que sí, que siempre han existido, ya que la Tierra jamás ha dejado de girar ni sobre sí misma ni alrededor del Sol. Y tenéis razón: siempre han existido las estaciones si usamos para definirlas la posición relativa del Sol respecto a un observador en el ecuador. Entonces, ¿por qué nos suena haber leído aquello de que en tal periodo de la Tierra no existían las estaciones? La explicación os la hemos dado en el apartado anterior del artículo: las estaciones son, en realidad, un convenio.

Hemos empezado explicando la definición de la primavera astronómica, pero también existe el concepto de primavera meteorológica, que se usa mucho más en ciencia. La primavera meteorológica, en el hemisferio norte, va del 1 de marzo al 31 de mayo. ¿Por qué esta discrepancia entre las dos convenciones para establecer las estaciones? Pues porque, en realidad, el movimiento de traslación no es el único factor que influye en el tiempo atmosférico. A la posición que ocupa la Tierra en el espacio en un momento temporal se la conoce como situación astronómica, e intentar predecir el tiempo atmosférico solo en función de ella sería casi imposible.

Los meteorólogos saben bien que la temperatura, el régimen de precipitaciones o el viento, también dependen de la cantidad de radiación solar que nos llega, el relieve y distribución de los continentes y océanos, y la composición y dinámica de la atmósfera. Y todo ello son factores que han ido cambiando, y mucho, con el devenir de los eones. El clima de la Tierra, tanto pasado como presente, es multifactorial y cambiante, así que para poder estudiarlo y comprenderlo mejor, se organiza en periodos de tiempo más o menos largos. Las estaciones, en realidad, solo son eso: una agrupación de días en las que el tiempo atmosférico tiene unas características más o menos comunes.

Así, para los meteorólogos, la primavera es ese trimestre del año en el que los días se van haciendo progresivamente más largos, las noches siguen siendo frías aunque durante el día suban las temperaturas, y hay un aumento de las precipitaciones y de la humedad ambiental respecto al trimestre que lo precede y al trimestre que lo sucede.

Es decir, en meteorología, las estaciones están definidas por sus características (sin duda, mucho más fácil y práctico que el lío del ecuador celeste, el zenit y las trayectorias orbitales) y esas características cambian con el tiempo. ¿Cuántas veces hemos oído decir a una abuela cosas como que cuando ella era pequeña nevaba mucho más o jamás llovía en agosto? Sí, las estaciones nos ayudan a organizarnos, pero son del todo aleatorias.

Por eso, durante ciertos periodos de la historia de la Tierra no podemos hablar de estaciones tal y como son ahora para nosotros: el clima de aquel entonces no se correspondía con la sucesión de características que asociamos en la actualidad a la primavera, el verano, el otoño y el invierno.

La paleoclimatología, una ciencia necesaria

Aun así, la paleoclimatología tiene muchas limitaciones y saber con precisión cómo era el clima en el pasado es imposible con las técnicas actuales. El gráfico que podéis ver a continuación representa muy bien esta imposibilidad de conocer exactamente el tiempo atmosférico muy antiguo. Si os fijáis, cuanto más lejos nos vamos en la gráfica, más separados están los puntos máximos y mínimos de la línea. Eso no quiere decir que las temperaturas se mantuvieran más estables durante ese periodo, sino que no tenemos suficientes datos.

Paleoclima
(Foto: De Glen Fergus – Trabajo propio; data sources are cited below, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1240577)

¿De dónde sacan los científicos estos datos? La paleoclimatología utiliza diferentes técnicas de observación y análisis, siendo la principal el estudio de los sedimentos marinos y lacustres (limnología) y del hielo (glaciología). También dan mucha información sobre el régimen de lluvias y temperaturas de épocas pasadas, y aquí entran en juego nuestros queridos amigos los fósiles, el estudio de los anillos de los árboles (dendrocronología) o el polen (palinología).
Por último, el estudio de las rocas (geomorfología) y los isotopos contenidos en ellas, también dan pistas sobre el paleoclima porque la proporción en la que se presentan los isótopos de los componentes del aire depende de la temperatura ambiente a la que se formó la roca. El aire contenido en las rocas y en el hielo nos da mucha información sobre la atmósfera y el clima antiguo, pero en el caso del hielo, tenemos un problema: el más antiguo encontrado tiene solo 2,7 millones de años y es un fragmento aislado. Toda la comunidad científica coincide en que es de vital importancia recopilar datos para conocer mejor el paleoclima porque los modelos matemáticos que nos dicen cómo fue el tiempo en el pasado, pueden predecir cómo será el clima en el futuro.

Glaciología
(Foto: glaciólogos extrayendo hielo)

Como defendemos siempre, comprender el pasado de nuestro planeta y aprender de él, es la herramienta más valiosa que tenemos para afrontar el cambio climático actual y el impacto que tienen las acciones humanas en la Tierra. Al ritmo que vamos, es muy posible que el poema de Antonio Machado sobre la primavera quede obsoleto porque el almendro ya no florecerá ni oiremos el cri cri del grillo. ¿Diremos entonces que la primavera ha desaparecido y nadie sabe cómo ha sido?

 

 

 

 

2 comentarios en “La primavera ha venido: apuntes sobre paleoclima”

  1. Dato curioso (fun fact, según le dicen): paleontólogos, hace no demasiado, concluyeron que el límite k/pg se dio durante la primavera…al menos en la zona donde impactó el meteorito.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×

Clica y escríbenos por WhatsApp

×

Clica y escríbenos por Telegram