Fósil viviente: el nautilo

Continuamos con la serie de fósiles vivientes con un animal que ha calado hondo con su presencia desde hace 400 millones de años hasta nuestros días: el nautilo.

Un poco de anatomía

Ya explicamos en un artículo anterior el concepto fósil viviente y desmontamos un poco el mito alrededor de ello, así que vamos a empezar dando unas pinceladas de la anatomía de este peculiar animal.

Comenzaremos dejando claro que, pese a no tener la apariencia actual de la mayoría de los cefalópodos, los Nautilidae (la familia de los nautilos) pertenecen a los cefalópodos. Sepias, calamares, pulpos, ¿apetitoso, verdad? Todos son familia y todos pueden funcionar como ingredientes en una paella.

Los Nautilidae, a diferencia de sus parientes, disponen de una concha dividida en una serie de cámaras que van en aumento conforme crece el animal. Precisamente, porque el animal va creciendo y ocupando las cámaras para desarrollarse. Pero no puede ocuparlas todas, de hecho siempre ocupa la más externa, y esto es algo que fascinó a muchos científicos e incluso motivó el desarrollo de ciertas tecnologías que explicaremos más adelante.

Las cámaras están conectadas todas ellas por una estructura en forma de tubo que las llenas de aire inerte a voluntad (es parecido al aire atmosférico, pero contiene bastante más nitrógeno y menos oxigeno). Gracias a este aire, el nautilo controla la flotabilidad de la concha y le permite hundirse o emerger según le convenga. Y esto es una gran ventaja, ¿cierto? Sí, salvo para posicionarlos geográficamente en los yacimientos fósiles.

(Foto: https://www.thoughtco.com/fascinating-facts-about-the-nautilo-2291853)

Cuando estos animales morían, los caparazones o conchas que ocupan, al tener dichas cámaras de aire, se llenan y flotan, permitiendo que las corrientes marinas puedan arrastrarlos a la deriva distancias considerables hasta que se acaban depositando en el lecho marino.

Precisamente por eso, en la actualidad, pese a vivir al suroeste del Océano Pacífico en las regiones entre las Filipinas y Samoa y también en las costas de Australia bañadas por el Océano Índico, sus restos han llegado a ser encontrados en Japón o incluso en la India y África. Bastante lejos de donde habitan.

(Foto: https://jurassiccoast.org/what-is-the-jurassic-coast/all-about-fossils/fossil-finder/fossil-finder-database/690-nautilo/)

Otro dato peculiar sobre su anatomía no es precisamente sus ojos… La verdad es que la vista de los nautilos es bastante limitada. Son ojos simples, sin lente, posiblemente debido a que es un animal que suele vivir a una profundidad de entre 500 y 700 metros. Y es que, volviendo a su flotabilidad, nunca encontraríamos un nautilo a menos de 100 metros de profundidad a no ser que estuviera muerto.

Lo que sí que es un dato curioso es el número de tentáculos. No tiene ni 8 ni 10 ni 12, sino que tiene la friolera de 90. Y están dispuestos en círculo alrededor de una boca con pico para poder alimentarse de crustáceos. Por si os surge la duda: sí, sus tentáculos son también simples. Así que decid adiós a que tenga ventosas.

(Foto: https://www.earthlife.net/inverts/nautilo-anatomy.html)

Y por si os preguntáis cómo nadan los nautilos, la respuesta es a propulsión mediante un chorro de agua. Tal y como hace el calamar y el pulpo.

Con el ginkgo no nos pasó, pero tanto hablar de calamares y pulpos nos está abriendo el apetito, así que pasaremos ya a otro apartado.

¿Un cefalópodo hecho para la guerra?

Cuando oímos el nombre “Nautilus”, la gran mayoría de nosotros lo asociamos directamente al archiconocido submarino de la obra de Julio Verne que aparece en 20.000 leguas de viaje submarino, publicada en 1869. Pero no fue el ficticio capitán Nemo el primero en hacerse el original poniéndole ese nombre a su nave.

El primero fue Robert Fulton 71 años antes, en 1798. De hecho, el propio Julio Verne confirmó en su época que el submarino de Nemo tenía el mismo nombre a modo de homenaje al ingenio de Fulton.

¿Y cuál fue el motivo para que Julio Verne sintiera que debía hacerle tal homenaje? Bueno, tal vez hoy en día no sepamos apreciarlo, pero conseguir que una estructura hecha de cobre y un armazón de hierro, no sólo pudiera ser tripulada bajo el agua, sino que, además, tuviera su propio sistema para suministrar aire a las personas en su interior, era algo totalmente fuera de serie para la tecnología del siglo XVIII. De hecho, estaban frente al primer submarino hecho de metal.

Aun así, el propio Napoleón, que financió la creación del primer prototipo, lo consideró una forma burda y barbárica de hacer la guerra. Se perdía la elegancia de la marinería. Tachó a Fulton de ser un simple y un charlatán, por lo que el inventor después probó suerte con la armada británica. Suponemos que si un bando no te da de comer, quizá el otro sí. Pero tampoco les gustó la idea.

(Foto: http://subnacho.blogspot.com/2013/01/el-nautilo-de-robert-fulton-1800-el.html)

Para acabar con este pequeño paréntesis de datos históricos, creemos que no estaría de más mencionar que los primeros submarinos nucleares de la armada de Estados Unidos también llevaban su nombre. Eran los USS Nautilus (SSN-571). Uno de estos submarinos fue la primera nave que atravesó completamente el Polo Norte sumergido, pero no llegó a emerger ni intentándolo tres veces.

(Foto: https://itnove.com/blog/kanban/equipos/como-aprender-agilidad-del-submarino-nuclear-nautilo/)

Nos parece realmente curioso cómo, siendo un animal bastante pasivo, lo hayan utilizado para darle nombre a maquinaria para la guerra.

Un animal ¿precioso?

La esperanza de vida media de los nautilos es de entre 15 y 20 años, sin embargo, en ocasiones sus muertes son antes de lo deseado.

Todos conocemos la peculiar y elegante coloración del nautilo, ¿cierto? Una concha blanca, fina y brillante, rayada en tonos rojizos y marrones. Bueno… También conocemos cómo somos los humanos, “si me gusta, me lo quedo y si no, me lo llevo sin que nadie se dé cuenta”.

Allá por el siglo XVI, los mercaderes europeos, principalmente de Portugal y Holanda, llegaban por la ruta de la seda al lejano Oriente y allí llenaban sus embarcaciones de tesoros exóticos. Uno de esos tesoros eran los caparazones vacíos de nautilo. Su aspecto cautivó a los más visionarios de los mercaderes y se llevaron algunos de estos a Europa. Fue el primer paso hacia la fiebre por estos animales, vivos o muertos.

Por aquel entonces, las familias más ricas de Europa habían entrado en un frenesí constante de obtener y acumular objetos preciosos de cualquier rincón del mundo. Cuando los primeros orfebres pusieron sus manos encima de estas conchas, las llenaron de pomposos añadidos de metales preciosos. En especial, pedestales para que pudieran ser usadas como recipientes.

(Foto: https://www.madridiario.es/album/8216/surrealismo-checo-en-el-lzaro-galdiano/3/exposicin-joyas-de-la-coleccin-lzaro-galdiano-en-el-universo-de-svankmajer..html#galeriaWrap )

 

(Foto: https://unicouniverso.wordpress.com/tag/aparentar/)

Los ricos no tardaron en echarle el ojo encima y se desencadenó una cacería alocada por encontrar a estos animales. Ya fueran comerciantes o simples aventureros, cualquiera que tropezaba con dicho animal tenía dinero en el bolsillo asegurado.

Al principio, las obras de los orfebres eran “básicas”, pero con el estallido del barroco hasta los más importantes orfebres querían lucirse. Y es que grandes familias históricas, como los Médicis de Florencia, creaban verdaderas colecciones de diferentes modelos de conchas decoradas. Ya no era simplemente plata o bronce lo que las adornaba, sino oro, gemas preciosas de todo tipo, ya fueran diamantes, granates, turquesas, y hasta perlas para darles una apariencia mitológica. La salsera de Poseidón.

Se modificaron tantas conchas, y de tantos tamaños, que podían ser usadas de saleros, aguamaniles, cuencos, copas y hasta como frascos para la pólvora. Muchísimos de estos objetos pueden verse aún en museos históricos repartidos por Italia, Francia o Alemania.

Y cuando acabó el barroco, dejaron tranquilos a los nautilos. Bueno… más o menos… Quizá empezaron a dejarlos “un poco” más tranquilos. Al fin y al cabo, cuando saturas el mercado, lo que era antes algo exquisito pasa a ser algo corriente, y eso salvó a muchos ejemplares. Lo que sí está claro es que da igual el estado del animal, si es valioso, ya lo dijo Robocop: “Vivo o muerto, usted vendrá conmigo”.

 

(Foto: https://artesanias.inba.gob.mx/exposicion/objeto/76/tempustenacius)

Esta imagen no pertenece ni al siglo XVI ni al XVII. Es de este pasado año 2021 y desconocemos los procesos legales por los que ha pasado este fósil. No obstante, suscita una pregunta… ¿Qué será lo siguiente? ¿Subastar un Triceratops? ¿También lo convertirán en una joya cuando se ponga de moda?

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